Hay veces que los pescaderos te dan gratas sorpresas; el otro día debían de tener algo de tranquilidad en la tienda, ya que habían preparado unas bandejas de sardinas limpias, sin cabeza, cola ni tripas y abiertas por la mitad. No me lo pensé dos veces, eran perfectas para esta receta de Sardinas confitadas.
Las sardinas son un pescado azul pequeño y graso que se encuentra en todo el mundo. Son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos omega-3. Se pueden preparar de muchas maneras diferentes, a la parrilla, asadas, fritas, al horno o en conserva. Pero en esta ocasión optamos por el confitado.
Consiste en cocinar las sardinas a fuego lento en aceite de oliva durante un período prolongado de tiempo. En este caso como ya estaban abiertas con 15 minutos de cocción es suficiente. Esto permite que las sardinas se cocinen uniformemente y que absorban el sabor del aceite de oliva, el ajo y la guindilla.
El confitado es una forma excelente de conservar el pescado, ya que el aceite ayuda a protegerlo de la oxidación, aunque solo durante unos días y en la nevera. No es un pescado en salazón, ni una conserva, ni tampoco un escabeche.
Será una opción perfecta para comidas rápidas y fáciles, en ensaladas, pastas o como en esta ocasión acompañadas de un pan tostado untado con tomate.
Cómo preparar Sardinas confitadas. Sigue paso a paso la receta para disfrutar de este pescado azul.
Limpia las sardinas quitándoles la cabeza, la cola y las tripas. Sazona las sardinas con sal.
En una cacerola donde quepan todas las sardinas extendidas, colócalas, y añade el aceite, los ajos y las guindillas. Cocina a fuego lento durante 15 minutos.
Déjalas enfriar en la cacerola. Una vez frías reserva en un recipiente hermético junto al aceite, los ajos y las guindillas.