Hay días en los que lo mejor que puedes hacer en la cocina es dejarte llevar, observar y disfrutar de lo que otros preparan con cariño.
Así fue nuestro último viaje a Cuenca, donde dos hermanas nos invitaron a probar unas gachas conquenses hechas al fuego, con ese toque casero que solo da la experiencia y la tradición.
Este plato humilde, nacido en tiempos de pastores, es hoy un tesoro gastronómico que reconforta cuerpo y alma. Perfectas para los días fríos o lluviosos, las gachas se disfrutan mejor acompañadas de buen pan y conversación tranquila.
Si las preparas en casa, te recomiendo servirlas directamente en la sartén de hierro y compartirlas al centro, como se hace en Cuenca: sencillas, cálidas y llenas de sabor.
Consejos y trucos
Para unas gachas perfectas, elige una harina de almortas de buena calidad; es el corazón de esta receta. Si no la encuentras, puedes sustituir una pequeña parte por harina de trigo, aunque el resultado no será exactamente igual. El hígado de cerdo y la panceta aportan sabor y cuerpo al plato, pero puedes ajustar las cantidades según tu gusto o incluso preparar una versión más ligera reduciendo las grasas y aumentando las verduras.
El secreto está en tostar la harina con paciencia, sin prisas, y añadir el caldo poco a poco para lograr una textura suave y cremosa. Y un consejo importante: no te preocupes si se “agarran” un poco al fondo; ese toque tostado es parte del encanto.
Beneficios nutricionales
Si se consumen con moderación, las gachas son una opción sabrosa y nutritiva dentro de la cocina tradicional mediterránea.
Las gachas conquenses son un plato energético y reconfortante, ideal para recuperar fuerzas en invierno. La harina de almortas aporta proteínas vegetales y fibra, mientras que el hígado y la carne añaden hierro y vitaminas del grupo B.
Además, las especias como el pimentón, la pimienta y la alcaravea favorecen la digestión y aportan un sabor cálido y característico.
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Sartén de hierro
Su revestimiento es antiadherente y el mango de acero de la tira está firmemente clavado.
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Ingredientes
Instrucciones
Cocemos el hígado en una olla con agua y sal durante 40 minutos. Cuando esté colamos el agua y la reservamos. El hígado lo machacamos con un poco de sal en el mortero.
En una sartén ponemos a freír la papada o la panceta con un poco de aceite, transcurridos unos diez minutos añadimos la magra. Cuando esté todo bien hecho lo retiramos del fuego.
En ese mismo aceite freímos los ajos y los reservamos.
Si hubiese mucho aceite se quita un poco, pero se reserva por si luego hubiese que añadirle.
Es la hora de poner a tostar la harina junto con las especias con cuidado de que no se queme.
Añadimos el hígado machacado y el caldo de cocerlo, los ajos y un poco de sal. Iremos moviendo y al probar añadiremos si hace falta, agua, sal, especias o aceite. Estarán en unos diez minutos.
La siguiente indicación es literal:
Que no queden ni duras, ni blandas. Estarán cuando den el aceite, y mejor si se agarran un poco pero que no se lleguen a pegar.
Comer en la sartén con mucho pan y acompañado de las “tajás”.
